La ciudad donde conviven de modo natural la vida más intensa y la muerte más tranquila.
La vida en la orilla del río Ganges
Benarés, popularmente conocida como la ciudad de la Luz, es la urbe con más contrastes de la India. Bañada y bendecida con la presencia del río Ganges es la ciudad más antigua del mundo que se ha mantenido habitada en todo momento a lo largo de la historia.
Esta ciudad despierta los sentidos de todo viajero que la visita y purifica los pecados de todos los fieles que a ella peregrinan. Es un lugar ruidoso, caótico, místico y muy misterioso que ha atrapado a ávidos viajeros y escritores a descubrir su magia, pero no hay palabras, por expertas que sean, que puedan explicar la vibración de este lugar y la única forma de sentirla es perdiéndote por sus calles e impregnándote de sus rituales y espiritualidad.
La vida y la muerte alrededor del río Ganges
La vida en Benarés está siempre conectada al río Sagrado y en su orilla se juntan las actividades más mundanas con las más espirituales. El río Ganges nace en las estribaciones del Himalaya, recorre la geografía india a lo largo de 2500 Km, siendo su paso por Benarés uno de los más venerados, y finaliza su ruta en el golfo de Bengala, en Calcuta.
Cuando el sol tímido de la mañana empieza a deslumbrar, los Ghats, esas escaleras de piedra que se adentran en el río Sagrado se llenan de vida con la llegada de peregrinos, el repicar de campanas y el sonido de mantras en cada rincón.
Los fieles recorren de cientos a miles de kilómetros para llegar a la ciudad Santa con el deseo de purificarse en las aguas de la Diosa Ganges. Todo hindú debería visitar la ciudad de Benarés al menos una vez en la vida, y a eso de debe la cantidad de llegadas diarias que este lugar tiene.
Oración y ofrendas a la diosa Ganges
En la orilla del río conviven los Santones que bendicen a los peregrinos, los fieles que se sumergen en las aguas sagradas para purificar sus pecados y allí detienen el tiempo para rezar sin prisas. Estos mismos, ofrecen a la Diosa Ganges guirnaldas de flores y lámparas de aceite, que simbolizan la luz sobre la oscuridad y la ignorancia. Además, a este crisol de personas se le unen las vacas y las cabras que habitan en la zona, los niños jugando en la orilla, las barcas que navegan en sus aguas y las amas de casa que lavan su ropa en el río y dan color a esta estampa con sus saris tendidos al sol.
Las escalinatas están rebosando vida a lo largo de toda la jornada, pero cuando el sol se esconde es cuando la magia sucede. Con el ocaso, se celebra el Aarti, la ofrenda a la diosa Ganges. Este espectáculo sensorial se celebra en varias ciudades de la India, siendo el de Benarés el más grande y popular. Se cantan mantras para llamar la atención de la Diosa y se le da la bienvenida con el sonido de la caracola y la zona se impregna del olor a incienso que purifica el ambiente para recibirla. Entonces se le hace una ofrenda de los 5 elementos representados con las lámparas de aceite que simbolizan el fuego, las flores que representan la tierra, el agua del río, el aire creado con los abanicos de plumas de pavo real y el espacio representado por un abanico hecho de cola de yak. Una experiencia única tanto para creyentes como visitantes.
Fotografía de Isabel Gil
Ceremonia aarti en Benarés
La muerte en Benarés también está conectada al río Sagrado y se entiende como algo natural y parte del ciclo de la vida. Por sus callejuelas encontrarás filas de hombres cargando difuntos, cantando y con dirección fija al Ghat de las cremaciones. En la ciudad hay dos zonas para este ritual, siendo el Manikarnika Ghat el más famoso y concurrido.
Miles de hindúes son traídos a la ciudad Santa una vez fallecen y otros muchos al sentir próximo el fin de sus días terrenales, viajan a Benarés para morir ya que es la mayor de las bendiciones hacerlo en esta ciudad protegida por el Dios Shiva. Los familiares de los difuntos llegan a Benarés con el absoluto deseo de que su ser querido alcance la liberación (moksha) y termine su ciclo de reencarnaciones. En el ritual de la cremación no hay lágrimas y se entiende como el principio a una nueva vida.
Un concepto que no todos los occidentales que visitan Benarés comprenden, pero del que podemos aprender mucho. Benarés tiene adeptos a los que su magia atrapa y detractores que no logran sobrevivir en sus calles y su caos, pero si hay algo en común entre ambos perfiles, es que esta ciudad no deja a nadie indiferente y provoca un huracán de emociones que perduran en el tiempo.