Semillas de memoria: el arte invisible del arroz en la India

Por Nancy Pedraza A.

En el corazón de un bazar escondido en el norte de la India, entre aromas de té especiado y el sonido rítmico de los telares, encontré uno de los objetos más sorprendentes que he llevado de un viaje: un grano de arroz. No un arroz cualquiera, sino uno que guarda mi nombre escrito con una precisión casi mágica. Está enmarcado sobre una flor pintada a mano, como si fuera su semilla invisible. Pequeño, frágil, casi imperceptible, este objeto encierra una historia milenaria de arte, identidad y destino.

Llegue allí después de visitar una fábrica de tapetes artesanales. Había pasado la mañana observando cómo los artesanos tejen con paciencia ancestral, sellaban con fuego los bordes de las alfombras y trabajan rodeados de deidades talladas en piedra y metal, como si los dioses también participaran del proceso creativo. Aquel patio escondido era un santuario del trabajo manual y la devoción al detalle.

La India es un país que honra el arte de las manos. Desde hace siglos, las tradiciones artesanales se transmiten de generación en generación. Talladores, bordadores, tejedores y miniaturistas conservan técnicas que son tan antiguas como sus templos. No solo fabrican objetos, fabrican herencias vivas. La destreza de estos artesanos es parte esencial del alma del país.

Caminando por las calles cercanas, entre tiendas de té y esculturas en mármol que evocaban la grandeza mogol, me detuve frente a un pequeño local. Detrás de una estantería colorida y polvorienta, un hombre estaba inclinado sobre su escritorio diminuto, como un joyero o un monje. Me acerqué con curiosidad. En sus manos tenía un grano de arroz, y con ayuda de una aguja finísima y una lupa, escribía sobre él. Su tranquilidad me impactó. Estaba completamente concentrado, como si el mundo no existiera más allá del trazo mínimo que marcaba con precisión sobre la superficie del grano.

El arte de la escritura en arroz tiene raíces antiguas. Se cree que surgió tanto en la India como en Anatolia (Turquía), como una forma de demostrar la maestría de los artistas de miniaturas. El arroz, símbolo de abundancia y alimento sagrado en Asia, se convierte en un lienzo donde se plasma lo esencial: un nombre, un recuerdo, una oración. En la tradición india, tener un grano de arroz con tu nombre escrito es considerado un amuleto de la suerte.

El artista me explicó que el arroz debe tratarse y pulirse antes de poder escribir sobre él. La escritura, casi invisible a simple vista, requiere una concentración absoluta y una mano firme como la de un calígrafo zen. Tras terminar su trabajo, el grano se monta sobre un fondo pintado a mano, en mi caso, una flor de formas estilizadas que recuerda los motivos florales del arte rajastaní. El arroz queda en el centro, como si fuese el núcleo de una flor cósmica.

Este objeto no es solo un souvenir. Es una historia encapsulada. Me recuerda el momento exacto en que me sorprendí frente a lo que parecía imposible: escribir en una semilla. Me habla también de la generosidad del pueblo indio, de su capacidad para convertir lo cotidiano, como el arroz, en arte, en ofrenda, en símbolo.

India es un país que alimenta, literal y simbólicamente. Lo hace en el langar del Templo Dorado, donde cada día se sirven entre 50,000 y 100,000 comidas gratuitas. Lo hace en las manos de este artista anónimo, que entrega su tiempo y su visión para que alguien como yo, de paso por su tierra, se lleve algo más que una foto: una semilla de memoria.

Cuando me preguntan qué objetos traigo de mis viajes, siempre pienso en este. No por su valor material, sino por lo que representa. Es un recordatorio de que la belleza está en lo mínimo, de que la identidad de un destino puede caber en la punta de una aguja. También es una metáfora perfecta del viaje mismo: una experiencia breve, intensa, que siembra algo en ti.

Viajar es dejarse sorprender. Y para eso, se necesita lo que considero la cualidad más importante del viajero: una mente abierta. Porque solo quien está dispuesto a mirar más allá de lo visible, puede descubrir que, a veces, el mundo cabe entero en un grano de arroz.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.

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