Por Ana Oubiña
Si hay algo que impresiona cuando llegas a Japón es la cantidad de tiendas de conveniencia abiertas a cualquier hora. Mientras la mayoría de los restaurantes cierran temprano, sobre todo en ciudades como Tokio donde la vida nocturna a menudo se apaga alrededor de las 21:00 o 22:00, las konbini se mantienen encendidas y listas para atender al hambre de quien sea, a cualquier hora del día o la noche.
Estas pequeñas tiendas, que a simple vista parecen simples supermercados de barrio, son en realidad un fenómeno cultural y gastronómico que refleja la precisión y eficiencia japonesa. Las tres grandes cadenas que dominan el país —7-Eleven, FamilyMart y Lawson— no solo ofrecen productos básicos, sino también una sorprendente variedad de comidas preparadas, snacks, bebidas y hasta servicios que convierten a las konbini en un verdadero refugio urbano.
En 7-Eleven, por ejemplo, el abanico de opciones alimentarias va desde los clásicos onigiri —esas bolas de arroz rellenas que pueden ser tan sencillas o elaboradas como quieras— hasta completos bento que incluyen arroz, pescado, carne y vegetales perfectamente balanceados. También puedes encontrar platos calientes como oden, un guiso tradicional con ingredientes hervidos que reconforta en cualquier estación, o el delicioso karaage, el pollo frito japonés que cruje en cada bocado.

FamilyMart, otra gigante del sector, es famosa especialmente por su porción de pollo frito que se ha ganado el corazón de muchos por su jugosidad y especiado sutil. Además, FamilyMart ofrece una gama amplia de productos frescos y snacks como los sándwiches tamago (de huevo), ensaladas frescas y postres tradicionales como el mochi o la suave cheesecake. Esta cadena se ha ganado a un público diverso: desde oficinistas que buscan un almuerzo rápido hasta estudiantes y viajeros que llegan cansados a su alojamiento y necesitan una opción caliente y sabrosa sin complicaciones.
Lawson, por su parte, ha logrado distinguirse apostando por opciones más saludables. En sus estantes es común encontrar productos con ingredientes funcionales, snacks bajos en calorías y alternativas vegetarianas. La tienda ofrece además bebidas fermentadas y desayunos de estilo occidental, haciendo que sea fácil encontrar algo para cada momento del día, siempre con el toque impecable y limpio que caracteriza a Japón.
Más allá de la oferta gastronómica, lo fascinante de las konbini es que funcionan como una despensa abierta a toda hora. Pero lo que realmente las convierte en un recurso indispensable es la calidad y variedad de sus comidas preparadas, pensadas para satisfacer necesidades reales en un país donde el ritmo de vida puede ser frenético y las opciones nocturnas limitadas.
Para muchos visitantes, descubrir las konbini se convierte en una experiencia gastronómica en sí misma. Es común que formen parte de las rutas diarias, probando diferentes onigiri, explorando snacks o simplemente disfrutando del simple placer de un café recién hecho a cualquier hora, mientras se observa el vaivén incesante de la vida japonesa.
En definitiva, las konbini no son solo tiendas de conveniencia, sino auténticos templos de la supervivencia nocturna y la gastronomía rápida en Japón. Son una muestra palpable de cómo la cultura nipona combina funcionalidad, calidad y respeto por el producto en el detalle más sencillo. Cuando los restaurantes ya han cerrado y las calles parecen vacías, ellas siguen allí, encendidas, ofreciendo una botella de té, un paquete de mochi o un plato caliente que, en esos momentos, saben a verdadero refugio.
Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.