Por Ana Oubiña
En el bullicioso movimiento diario de las ciudades japonesas, donde millones de personas transitan en trenes y metros con una puntualidad casi milimétrica, se despliega un fenómeno tan silencioso como fascinante: la lectura masiva en los trayectos. Más allá del conocido manga, que ha conquistado tanto a jóvenes como adultos, la diversidad de lecturas que acompañan a los viajeros japoneses es amplia y revela mucho sobre su cultura, hábitos y relación con la información.
Tokio, Osaka, Kioto. En cualquier estación de tren, el primer espectáculo visual es el flujo constante de pasajeros, muchos con la mirada fija en un libro, revista, dispositivo electrónico o incluso en anuncios y pantallas instaladas en los vagones. El transporte público, que en Japón se utiliza a diario para desplazamientos de trabajo, estudio y ocio, se convierte en un aula móvil y una biblioteca compartida. Mientras el tren avanza a velocidades vertiginosas, los ojos japoneses aprovechan cada minuto para absorber contenido, en una mezcla entre productividad y pausa mental.
No es casualidad que Japón sea sinónimo mundial del manga. Sin embargo, lo que muchos desconocen es la variedad y profundidad que este género ofrece. El manga leído en el tren no es solo entretenimiento ligero para jóvenes, sino una verdadera corriente literaria que abarca desde historias históricas, ensayos políticos, biografías, hasta temáticas sociales complejas. Es común ver a adultos leyendo tomos gruesos de seinen o josei —géneros dirigidos a públicos maduros— mientras viajan. Además, la presencia de manga en formato digital a través de apps especializadas a ampliado el acceso, permitiendo que más personas lean con comodidad en sus teléfonos o tablets.
El manga no es el único protagonista. Las revistas mensuales o semanales son otra gran compañía para muchos viajeros. Desde publicaciones de moda y tendencias, hasta revistas especializadas en gastronomía o tecnología, el papel sigue teniendo un valor palpable en Japón. Sorprende que en plena era digital, los periódicos y libros físicos mantienen un fuerte arraigo. Las librerías en estaciones principales, como la emblemática Tsutaya en Shibuya, son puntos neurálgicos donde muchos compran sus lecturas justo antes de subir al tren. Por otro lado, muchos optan por novelas ligeras, libros de autoayuda o guías de viaje, una elección que refleja tanto el deseo de evasión como de crecimiento personal o preparación para actividades futuras.

Japón, una sociedad tecnológicamente avanzada, ha adoptado también la lectura digital con entusiasmo. En los trenes, es habitual observar a pasajeros concentrados en sus smartphones, ya sea leyendo ebooks, noticias, blogs o navegando en redes sociales. La lectura en pantallas, rápida y accesible, se adapta al ritmo frenético de la vida urbana. Las plataformas de lectura digital ofrecen desde obras clásicas hasta novedades editoriales, incluyendo también manga y revistas. Sin embargo, hay quienes critican la distracción que generan las pantallas, mientras otros defienden la democratización del acceso a la cultura y la información que suponen.
Además de lo que los pasajeros eligen leer, el tren mismo ofrece una experiencia textual visual única. Los anuncios y carteles en estaciones y vagones no son meros espacios publicitarios, sino un reflejo de tendencias sociales, campañas culturales y políticas públicas. Desde mensajes sobre el respeto en el transporte hasta promociones de productos culturales como películas, eventos y exposiciones, el entorno del tren es una galería dinámica de comunicación. Para muchos viajeros, estos anuncios también forman parte de la lectura cotidiana, una forma de estar al día sin esfuerzo.
Para el japonés promedio, leer durante el viaje no es solo entretenimiento o información, sino un ritual que ayuda a transformar un desplazamiento potencialmente estresante en un momento personal de desconexión y aprendizaje. En un país donde el trabajo es intenso y la vida urbana rápida, el tren y la lectura se combinan para ofrecer un oasis diario, donde la mente puede viajar sin moverse del asiento.
La imagen del japonés leyendo en el tren es un icono que va más allá del simple hábito. Es una expresión cultural que aúna tradición y modernidad, papel y digital, ocio y estudio. En cada estación, en cada vagón, la lectura se convierte en una compañera silenciosa que acompaña millones de trayectos, revelando una sociedad que valora el conocimiento, el entretenimiento inteligente y la pausa consciente en medio del movimiento.
Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes de la School of Travel Journalism.