Por Samuel Bonastre Martín.
El regreso de la tradición: el auge del babka
El babka, pan trenzado de origen judío asquenazí, es mucho más que un dulce: es historia, herencia y comunidad. Nacido en los hogares de Europa del este, el babka se preparaba con las sobras de challah y lo rellenaban de azúcar, canela o mermelada, convirtiéndose en una tradición pasada de generación en generación. Y se refleja esta conexión íntima y familiar claramente en su nombre, que proviene de la palabra babushka (abuela).
Con las migraciones judías del siglo XIX y XX, el babka cruzó océanos y encontró un nuevo hogar en América, especialmente en Nueva York. Allí se empezó a rellenar con chocolate, aportándole riqueza, sin perder su alma en el proceso. Panaderías como Green’s bakery o Breads bakery jugaron un papel clave en mantener viva la tradición.
A través de los años, el babka se ha mantenido vigente no solo por su sabor, sino por el valor cultural que representa. Panaderos de todo el mundo coinciden en que su elaboración no es solo técnica, sino también un acto de memoria. En cada trenza hay una historia, una abuela, una celebración. Hoy, en plena era digital, el babka sigue uniendo generaciones, adaptándose sin olvidarse de sus raíces. Esa permanencia dulce, cálida y profundamente humana es lo que lo convierte en un clásico eterno.
Los 3 Babkas que no te puedes perder en Londres: y otros 2 que te sorprenderán.
¿Quién sería capaz de rechazar un plan que incluye pan con chocolate? Como imagino que la respuesta es casi nadie, en esta lista os traigo 3 de los babkas que no puedes dejar pasar si estás de visita por la capital británica; y otros 2 que te sorprenderán por su formato, textura y sabor.
Si te apetece un bocado sustancioso de pan dulce con múltiples capas de chocolate en su interior, ¡este es el lugar al que acudir! Sin más dilación, aquí van los babkas:


Carmelli bakeries
Acércate hasta Golders Green en el norte de la ciudad y encontrarás al primero de ellos. En el formato más tradicional, trenzado sin dividir a la mitad, para esconder sus capas hasta que se rebane, el babka de Carmelli te transportará al comedor de la aburela que lo prepara siempre de la misma manera. Esponjoso, tierno y con chocolate a mansalva, decepción es lo único que no trae. Su precio es de £8,20 y si prefieres un sabor nuevo, también ofrecen babka de pistacho y chocolate.


Hendon Bagel Bakery
Si un babka tradicional no va contigo, espera a probar el de Hendon Bagel Bakery. Situado cerca de la parada de metro Hendon central y hecho con masa de croissant, las crujientes capas intercaladas con su chocolate semilíquido te conquistarán el corazón. Su precio es de £9,95 y, aunque es el único sabor que ofrecen, no les hace falta más que chocolate para posicionarse entre los mejores.


101 West
Situada en Notting Hill, la panadería 101 West ofrece el que puede se el babka más tierno, con la miga más suave de esta lista, sin embargo, en cuanto a sabor, podría tener más intensidad a chocolate. Y para los amantes de la canela, este establecimiento ofrece la alternativa rellena de canela. El único punto negativo el su precio: £14.

Para terminar de poneros los dientes largos, aquí van dos formatos de babka un tanto diferentes, en formato circular y cruffin.

Sourdough Sophia
Sourdough Sophia decide innovar en el formato y ofrece por £5,30 el babka en formato cruffin. Massa de croissant que ofrece sus capas de chocolate con frutos secos, horneados en moldes de muffin, ¡una delicia para llevar!
Karma Bread
El último de la lista, pero no por ello el menos importante: Karma Bread. De miga un poco más densa pero cubierto por encima con una ligera capa de chocolate, el babka que sirven es en formato circular y lo venden a rebanadas. Su precio es de £6,50 y es otra de las grandes opciones para llevarte contigo y degustar en el parque de Hampstead Heath, a escasos minutos de la panadería.

Si no los has probado aún, no sé a qué esperas. Cada uno refleja una manera distinta de elaboración y tiene su mejor forma de consumición, ¿Con cuál te quedas tú?

BABKA: El pan dulce que une generaciones
El babka, ese pan trenzado de miga suave, esponjosa y relleno de chocolate, canela o frutos secos, ha conquistado paladares por todo el mundo. Pero más allá de su irresistible sabor, es un símbolo de herencia, memoria y comunidad. Desde Europa del Este hasta las panaderías más gourmets de Nueva York y París, el babka ha resistido el paso del tiempo, reinventándose sin perder su esencia. Su historia es la de un pueblo, una diáspora y una tradición que se transmite de generación, amasada con manos que recuerdan.
Orígenes humildes, sabor eterno
La palabra babka proviene del diminutivo eslavo de babushka, que significa abuela. Y no es casualidad: este pan dulce está arraigado en las cocinas domésticas de las comunidades judías asquenazíes1 de Polonia y Ucrania, donde las abuelas eran las protectoras del saber culinario. Tradicionalmente, el babka se preparaba en fechas señaladas o celebraciones religiosas, en especial por Pascua y Shabat. Las amas de casa usaban las sobras de masa challah (el pan sabático) y las enrollaban con manteca, azúcar y canela o mermeladas caseras, creando un dulce sencillo pero muy sustancioso.
Con el paso del tiempo, la receta mejoró y se enriqueció con ingredientes más lujosos, como el chocolate, entre otros, que se popularizó en el siglo XX, en especial después de la migración judía a Estados Unidos.
Del viejo continente a América: una receta migrante
La diáspora judía tuvo un papel clave en su expansión global. A partir del siglo XIX, muchas familias emigraron a América y, con ellas, se llevaron también su conjunto de costumbres, idioma y, por supuesto, sus recetas. En Nueva York, el babka se convirtió en una de las estrellas de las delis kosher y panaderías judías, donde convivía con los bagels, los rugelach2 y knishes3. Uno de los lugares que más contribuyó a su popularización fue Green’s bakery, una institución fundada en 1982 y que aún hoy día sigue horneando miles de babkas cada semana.
En la década de 2010, el babka experimentó su resurgimiento. Panaderías independientes, como Breads Bakery, fundada en Manhattan por el israelí Uri Scheft, transportaron al babka a un nuevo nivel. Para ello, su versión trenzada incluyó, no solo el chocolate belga, sino también avellanas. Esta causó sensación, marcando el inicio de una “babkamanía” que se expandió por todo el cosmos gastronómico. Scheft hizo acopio de técnicas de repostería europea con ingredientes de la más alta calidad, sin perder la esencia artesanal de la receta original.
Los nuevos templos del babka
Hoy, podemos encontrar los máximos exponentes del babka en cualquier parte, desde las comunidades judías hasta las grandes capitales gastronómicas que lo han acogido como parte de su patrimonio cultural. En Tel Aviv, la panadería Lehamin se ha convertido en visita obligatoria para los enamorados de este pan trenzado, ofreciendo versiones con pistacho, tahini y halva, un reflejo de las tradiciones asquenazíes y sefardíes5.
En París, Maison Landemaine propone babkas en clave francesa: la elegancia, la masa tipo brioche, y los rellenos que van del praliné hasta el caramelo salado. En Londres, la popularmente reconocida panadería Ottolenghi lo sirve con rellenos cítricos y frutos secos, integrando en él las influencias de Oriente Medio.
Una tradición más viva que nunca
El babka no es solo un producto de panadería: es una memoria comestible. Cada capa trenzada habla de una historia compartida, de mujeres que horneaban para sus familias en tiempos aciagos, de abuelos que mantuvieron sus recetas a buen recaudo durante las guerras y las persecuciones que tanto sufrieron, y de nietos que hoy las reinterpretan con orgullo y creatividad.
Indudablemente, parte de su gran encanto reside en la versatilidad que ofrece. Y, aunque la receta básica consiste en una masa enriquecida con huevo y manteca, trenzada alrededor de un relleno dulce, cada familia posee su versión única, su secreto, su toque. Algunos lo prefieren con nueces, otros con frutas confitadas; algunos lo glasean, y otros lo dejan tal cual; incluso algunos se aventuran a hacerlo con sabores salados. Esa multiplicidad refleja su carácter familiar y comunitario; no hay una sola forma de hacer babka, porque no hay una sola historia que lo defina.
La nueva generación
Lo que antes era un símbolo de identidad judía, hoy se ha convertido también en fenómeno global. Redes sociales como Instagram o Tiktok han jugado un papel importante en la expansión del babka, con vídeos de masas trenzadas que despiertan antojos virales. Escuelas de cocina y blogs de repostería lo incluyen en su repertorio, enseñando tanto su elaboración tradicional, como variantes veganas o sin gluten.
Un pan con alma
Más allá de moda o sofisticación, el babka conserva algo esencial: su capacidad de reunir a las personas. Alrededor de una mesa, en festividades o simplemente durante una tarde cualquiera, cortar una rebanada de babka es un gesto de generosidad, de continuidad, de amor. Y es en ese sencillo acto donde reside su grandeza.
Vídeo
https://vm.tiktok.com/ZNd6seqWE
Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.