Las Cuevas Gomantong: Entre la tradición, la economía y la conservación

Por Laia Ávila.

A medida que uno se acerca a la entrada de la cueva Simud Hitam, el aire se impregna de un fuerte hedor: una mezcla penetrante de humedad y guano que caracteriza este peculiar ecosistema. A lo lejos, en lo alto de la cueva, que mide 90 metros de altura, se vislumbran siluetas humanas que trepan con destreza por escaleras de madera suspendidas, mientras las salanganas cruzan a gran velocidad, compartiendo el aire con murciélagos que comienzan a salir al anochecer. En el suelo, una alfombra de invertebrados se agita bajo los pies.

Las Cuevas de Gomantong, ubicadas en Sabah, Borneo, no son solo un refugio natural para especies, sino también uno de los centros de recolección de un manjar de lujo: los nidos de salangana. Estos nidos, formados principalmente por saliva de salangana endurecida, son conocidos en la gastronomía, especialmente en China, donde se utilizan para preparar la famosa sopa de nido.

Sin embargo, el proceso no es simple ni exento de riesgos. Los recolectores suben y bajan las escaleras, desafiando alturas extremas y condiciones de trabajo peligrosas. Los nidos de menor calidad, compuestos por saliva, plumas y otros elementos, se encuentran en Simud Hitam, mientras que los de mayor valor, aquellos compuestos solo por saliva, se encuentran en la cueva Simud Putih, que permanece cerrada al público. El precio de estos nidos puede superar los 2.000 euros por kilo, lo que hace de esta práctica una actividad económica crucial para las comunidades locales.

Según un artículo publicado en The Star (2024), el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Malasia ha destacado el papel crucial del país como uno de los principales productores mundiales de nidos de salangana. Con la mirada puesta en el futuro, se espera que Malasia exporte aproximadamente 350.000 kilogramos de nidos de salangana para 2030, lo que representaría un valor de 2.800 millones de ringgit (aproximadamente 560 millones de euros). Según el ministro Chang Lih Kang, esta industria se ha consolidado como un recurso invaluable, en un mercado global que alcanzó un tamaño estimado de

100.000 millones de dólares estadounidenses (aproximadamente 470.000 millones de ringgit) en 2023 (The Star, 2024).

El alto valor de los nidos genera una gran presión sobre las poblaciones de estas aves. Ante este desafío, se quiere garantizar que las comunidades locales, con derechos tradicionales para recolectar los nidos, no pierdan ingresos debido a la práctica ilegal. Por esta razón, los recolectores viven en las inmediaciones de las cuevas. Ya en 2004, el estudio Problems in the harvest of edible birds’ nests in Sarawak and Sabah, Malaysian Borneo enfatizaba en la importancia de mejorar la investigación y educación sobre el comportamiento y la ecología de las salanganas. Asimismo, destacaba la necesidad de trasladar el procesamiento de valor agregado más cerca de las cuevas donde se originan los nidos, y de las personas que los recolectan, con el fin de mejorar la sostenibilidad de la práctica y garantizar un manejo adecuado de los recursos.

El comercio de los nidos de salangana es un fenómeno que refleja las tensiones entre la tradición y la economía moderna. Las políticas de conservación deben enfrentarse no solo a la necesidad de proteger a las aves, sino también a la de equilibrar los intereses económicos de las comunidades locales que dependen de este recurso.

Por otra parte, Gomantong también está siendo promovida como un destino turístico, lo que puede aumentar la presión sobre el ecosistema local, afectando tanto los recursos naturales como los procesos de recolección de nidos de salangana. Sin embargo, si se maneja de manera sostenible, el turismo puede aportar beneficios significativos, como la creación de conciencia sobre la conservación, la generación de ingresos para las comunidades locales y el apoyo a iniciativas de protección de la fauna.

Al final, las cuevas Gomantong nos enseñan que la conservación no se trata de aislar la naturaleza del ser humano, sino de encontrar formas de coexistir. En la penumbra de Simud Hitam, mientras un recolector escala en silencio una estructura de madera para alcanzar un nido en lo alto con extrema delicadeza, preparación e información, se hace visible ese delicado equilibrio: tradición, economía y conservación en un mismo gesto. La riqueza de este lugar no está solo en la práctica ancestral que lo sustenta ni en el mercado que lo impulsa, sino en la capacidad de mantener vivo el vínculo entre los seres humanos y la naturaleza.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.

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