Por Katerina Mandrygina.
Durante mi más reciente aventura, no fui a buscar playas escondidas ni los mejores restaurantes de mariscos en la costa oaxaqueña. Esta vez, fui parte de algo distinto, algo que me transformó: un viaje con causa junto a Fondo para la Paz, una organización sin fines de lucro que ayuda a las comunidades indígenas más vulnerables de México. Visitamos comunidades rurales en San Juan Lachao y Santa María Temaxcaltepec, donde conocí de primera mano el poder de la colaboración y la resiliencia comunitaria.

Cocinas que nutren algo más que el cuerpo
En San José el Corosal, subimos por caminos montañosos hasta llegar al comedor comunitario “Allí, entre aromas de pollo enchilado y tortillas al comal, entendí la importancia de un plato caliente. Este comedor no solo alimenta a más de 50 niños; combate la desnutrición y evita la deserción escolar. Las madres de familia cocinan en turnos, con amor y dedicación, en instalaciones construidas con el apoyo de Fondo para la Paz.
Escuchar a las mujeres hablar con tanto orgullo de su cocina, de cómo aprovechan cada recurso y cuidan hasta el último grano de arroz, me hizo valorar aún más el trabajo invisible que sostiene a estas comunidades.

Café con historia y sabor
En Cañada del Río Oriente conocí a don Apolonio, productor de café. Me enseñó cómo cosecha con paciencia cada cereza madura para no dañar la planta. Su finca, cultivada con variedades como burbón y marseillesa, representa décadas de lucha contra plagas y mercados injustos. A pesar de los retos, produce un café de excelente calidad, mielado y lavado, con procesos artesanales y una historia en cada taza. También me mostró su iniciativa avícola: de 80 pollitos pasó a tener gallinas que produce huevos y hoy preside una cooperativa de huevo libre de jaula.

Un comedor digno, un futuro diferente
En San Juan Lachao Pueblo Viejo, asistimos a la inauguración de un nuevo comedor comunitario. Este espacio no es solo una cocina: es un símbolo de esperanza. Cuenta con estufas ecológicas, captación de agua de lluvia y un sistema de tratamiento de aguas residuales. La comunidad entera se organizó para construirlo, y la emoción en sus rostros ese día fue el mejor recordatorio de que el desarrollo se construye con dignidad.

Celebrando 30 años de impacto
Este viaje coincidió con el Día de la Comunidad, un evento anual donde donantes y comunidades celebran los logros alcanzados. Fue especial: Fondo para la Paz cumplió 30 años. Vivimos un día lleno de música, baile tradicional chatino, regalos simbólicos y hasta elaboramos gomitas de miel con los apicultores locales. Me sentí parte de algo más grande, parte de una red de personas que creen en un México más justo.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.